
Triunfo histórico del partido nacionalista republicano Sinn Fein en Irlanda del Norte
Los católicos republicanos hacen historia al convertirse, por primera vez, en la formación más votada en Irlanda del Norte desde la división de la isla en 1921.
En una región profundamente dividida entre los que quieren seguir siendo parte del Reino Unido y los que abogan por la reunificación con el sur, la victoria es tremendamente simbólica. Sobre todo teniendo en cuenta que el Brexit ha dejado ahora a Belfast más alineado con la normativa de Dublín, y la Unione Europea, que de Londres. Y que el Sinn Féin ya irrumpió con fuerza en las generales de 2020 de la República de Irlanda y tiene posibilidades de hacerse con el poder en la próxima cita con las urnas prevista para 2025.

En Belfast, el recuento da hasta el momento al Sinn Fein 27 de los 88 escaños declarados, contra 25 para el DUP. Pero el Sinn Fein ya obtuvo más votos de primera preferencia (29% frente a 21,3% para el DUP), lo que le convierte en el primer partido de Irlanda del Norte, “Pareciera que el Sinn Fein esta emergiendo como el primer partido” norirlandés, admitió el líder del DUP, Jeffrey Donaldson.
Esta sería la primera vez que el partido republicano encabeza el parlamento regional desde la partición de la isla, en 1921. “Este es un momento decisivo para nuestra política y nuestro pueblo”, dijo Michelle O’Neill, la líder del Sinn Fein, exbrazo político del IRA. “Aportaré un liderazgo de inclusión, que celebre la diversidad y garantice los derechos y la igualdad para quienes fueron excluidos, discriminados o ignorados en el pasado”, añadió.
La victoria impulsaría a O’Neill al puesto de jefa del gobierno local. Pero el acuerdo de paz del Viernes Santo, que en 1998 puso fin a tres décadas de sangriento conflicto entre republicanos católicos y unionistas protestantes, establece un reparto del poder entre ambos campos.
Las negociaciones se anuncian sin embargo difíciles, dado que los unionistas se niegan a integrar el gabinete mientras persistan los controles aduaneros entre la isla y el resto del Reino Unido, establecidos por los acuerdos del Brexit.

No se trata ni mucho menos del único factor que explica ahora el triunfo de los nacionalistas, pero el divorcio europeo sí juega un importante papel para entender lo que está sucediendo en Stormont (como se conoce al parlamento norirlandés). Los unionistas del DUP (protestantes, monárquicos y a favor de permanecer en el Reino Unido) en su día hicieron campaña por la salida del bloque. Pero ahora se sienten completamente traicionados por Boris Johnson, ya que ha dejado a la provincia británica con un estatus diferente al del resto del país.
El acuerdo de Viernes Santo recalca que no puede haber una ‘frontera dura’ entre la República de Irlanda e Irlanda del Norte. Johnson se negó a dejar al Reino Unido dentro de la unión aduanera (lo que habría facilitado los controles), por lo que la frontera se ‘movió’ al mar de Irlanda, lo que obliga ahora a realizar controles a los productos que comercializan entre Gran Bretaña (Inglaterra, Escocia y Gales) y Belfast. A esta fórmula se le conoce como Protocolo de Irlanda, pieza clave acuerdo de divorcio con la UE. En términos aduaneros o comerciales, hoy Irlanda del Norte pertenece a la UE y por ende a la Republica de Irlanda.
La situación ha sumido DUP en una profunda crisis. Los cambios de líder han sido constantes y el electorado les ha abandonado por otras formaciones unionistas o por el Partido Alianza de Naomi Long, de centro liberal y no sectario. El actual líder del DUP, Jeffrey Donaldson, se niega ahora a formar ejecutivo de coalición en Belfast si el Protocolo de Irlanda no se cambia, lo que va camino de paralizar Stormont indefinidamente. Porque sin los protestantes, los católicos no pueden gobernar. Y exactamente igual ocurre a la inversa.
El Acuerdo de Viernes Santo obliga a los partidos más votados de ambas comunidades a gobernar en coalición. El cargo de ministro principal y viceministro suenan distintos, pero en la práctica tiene las mismas competencias. El poder compartido entre Sinn Féin y DUP en los últimos 15 años ha sido tenso. La capacidad de cualquiera de las partes para torpedear el ejecutivo (consciente de que si salía uno forzaba la dimisión del otro) ha provocado crisis tras crisis.
Pero la victoria del Sinn Féin va más allá del Brexit. A lo largo de los últimos años, la formación ha vivido una auténtica transformación. La primera fase se vivió con Martin McGuinness, quien logró la ‘a priori’ improbable transición de jefe del IRA a político vestido con traje que llegó incluso a estrechar la mano de la reina Isabel II y se desempeñó como viceministro principal respetado durante una década de estabilidad antes de su muerte en 2017.
La realidad es que, según las encuestas, 6 de cada 10 irlandeses en la República de Irlanda, se muestran a favor de la reunificación, siempre que no signifique pagar impuestos más altos. Pero en Irlanda del Norte, solo el 17% del electorado, ve la unidad irlandesa como una de las principales preocupaciones.
Como parte del Acuerdo de Viernes Santo, se estableció que “si en algún momento parece probable que la mayoría de los votantes expresan su deseo de que Irlanda del Norte debe dejar de ser parte del Reino Unido para pasar a formar parte de una Irlanda unida“, el Gobierno central está obligado a facilitar esa consulta. Para la reunificación, también se debería celebrar un referéndum en la República de Irlanda